Un aventura llamada Venezuela

Viajar es uno de los placeres que ningún ser humano debería perderse, ya que es una manera de conocer otros lugares, distintas culturas, variada gastronomía, pero sobre todo nos permite estar en contacto con diferentes personas y con la naturaleza de cada sitio que visitamos.

Para quienes hemos tenido la oportunidad de viajar fuera de Venezuela, es sin duda un privilegio conocer otros países y ciudades, que han desarrollado el turismo como una gran empresa generadora de recursos, pero sin duda alguna la nación venezolana cuenta con lugares increíbles que alguien se pueda imaginar, desde un sol que baña las playas más hermosas del mar Caribe, hasta frío y nieve, que puedes disfrutar en una travesía en el telúrico más alto y largo del mundo. 

Venezuela un país para querer, fue el Slogan que se utilizó en la década de los años 70 para promocionar el turismo en el país,  y realmente es así, porque esta nación fue dotada con bellezas naturales que se pierden de vista, a lo que se debe agregar la hospitalidad del venezolano, las costumbres y tradiciones, la gastronomía y por su puesto el calor de los habitantes de esta tierra que mezcla la raza y el color.

            Recorrer Venezuela, por cualquier vía de comunicación, aunque recomiendo la terrestre, es un verdadero placer, para poder admirar cada paisaje,  apreciar su fauna y flora, deleitarse con los diferentes olores que se perciben y sentir los cambios climáticos que se producen en  la tierra donde nació el Caribe.

            De  Venezuela la única zona que no conozco, es la región del sur, lamentablemente no pude llegar a recorrer el maravilloso Salto Angel, el más  alto del mundo y los diferentes paisajes y misterios que posee La Gran Sabana.  Amazonas es una tierra que encierra mitos y leyendas, asiento de nuestra raza indígena, en la cual la naturaleza exuberante envuelva cada rincón de esta región selvática, que aún conserva lugares vírgenes de la mano del hombre. Conservo la esperanza de poder conocer esta zona de Venezuela, cuando nuestro país vuelva a la normalidad, en todos los sentidos.

            La región oriental conformada por los estados Anzoátegui, Monagas, Nueva Esparta y Sucre, constituyen una verdadera aventura: las hermosas playas, sitios históricos y culturales, y la gastronomía de estas entidades, hacen que esta zona sea atractiva para propios y visitantes. El Parque Nacional Mochima, La Cueva del Guácharo, La Laguna de La Restinga, Playa Medina, los castillos de la época colonial, Los Altos de Sucre, la Península de Araya  y  su salina,  son apenas el abreboca de lo que ofrece este pedazo de  esta tierra llamada Venezuela.

            En la región costera, en la parte norte del país, bañada por el Mar Caribe, hay una inmensidad de playas para todos los gustos y práctica de deportes acuáticos, durante todo el año. En los estados La Guaira, Miranda, Aragua, Carabobo y Falcón, los amantes del sol y el mar tienen el mejor destino para deleitarse con aguas cristalinas, arenas blancas, alquiler de botes, alojamiento en hoteles y posadas con todos los servicios.  En la zona hay una gran variedad de islas, con fácil acceso desde tierra firme, para emprender una verdadera aventura acuática. Pero además puedes conocer el Lago de Valencia, los Médanos y la zona colonial de Coro, Puerto Cabello, la península de Paraguaná y su Puerto Libre, y playas que se adaptan a los gustos de los más exigentes. No es menos cierta aquella frase que dice, Venezuela es el país que lo tiene todo.

            Dejando a un lado el sol y el mar, cambiamos el clima caluroso por el frio de la montaña, Los Andes venezolanos, conformado por los estados Trujillo, Mérida y Táchira, la trilogía andina donde las temperaturas se mantienen bajas gran parte del año, la vegetación mantiene un color verdoso casi todo el tiempo y los árboles florecen destilando un aroma que transmite la frescura del campo. Llegar a Mérida por carretera., la entidad que está en el centro de los tres estados, ya sea desde San Cristóbal (Táchira) o  Valera (Trujillo) es todo un espectáculo, se recibe el frío que golpea la cara, conjugado con la neblina  densa que en muchos casos te obliga a detener el vehículo por la poca visibilidad. 

            Visitar Los Andes venezolanos es una experiencia maravillosa,  conocer sus pueblos, sus costumbres, tradiciones, gastronomía, distinta a la de otros lugares del país, admirar el pico Bolívar (Mérida), que es el accidente geográfico más alto de Venezuela, con una altitud de 4 mil 978 metros y apreciar todo el paisaje que los rodea a través de las ventanas del teleférico, el más alto y largo del mundo, es un evento sin precedente, que solo quien lo haya vivido, lo puede apreciar a plenitud y disfrutar al recordarlo.  El Monumento a la Paz,  la Venezuela de Antier, Jaji,   el mercado y La Catedral de Mérida,  El Páramo de La Culata. Santo Domingo, La Fría, Táriba, La Puerta, son alguno de los lugares que te esperan en esta región

Pero si lo que andas buscando es un lugar para la aventura y el contacto con la naturaleza, rodeada de ríos, manantiales, aves de diferentes especies,  caballos,  ganado,  árboles frutales, planicies y llanuras, pues el sitio ideal son Los Llanos venezolanos, donde el visitante se detiene para apreciar  la inmensidad de la sabana y se pierde de vista.  Se ofrecen hospedajes para toda la familia, con comidas típicas de la región, y excursiones para conocer los hatos y haciendas más importantes de la zona. Disfrutar de un paseo a caballo, o la faena de ordeñar las vacas para saborear un vaso de leche, son parte de la aventura.  Guárico, Barinas, Apure, Portuguesa y  Cojedes, son los estados llaneros venezolanos.

Pero la aventura aún no termina, el estado Zulia posee atractivos turísticos de gran importancia, con una infraestructura envidiable, como es el puente Rafael Urdaneta sobre el Lago de Maracaibo, atravesarlo es una sensación indescriptible, entre miedo y emoción: la Basílica de Nuestra Señora de Chiquinquirá, el barrio y templo de Santa Lucia, el Tranvía de Maracaibo, entre otros. Esta entidad es una de las más ricas de la nación por la producción de petróleo y otros hidrocarburos. El estado aún conserva rastros del comienzo de la explotación del oro negro, campos petroleros construidos por las empresas extranjeras que tenían la concesión para la explotación, e incluso se observan bombas de varillas que bombeaban desde el mismo pozo petrolífero, todo esto forma parte del encuentro con el alma de un pueblo.

Finalmente y no menos importante es llegar a la cuna de grandes personajes y centro del poder nacional, la capital del  país, Caracas, que constituye un encuentro con la Venezuela moderna, como popularmente la llaman, la sucursal del cielo, una metrópoli que ofrece todo lo que andas buscando de las capitales mundanas, con  hoteles cinco estrellas, lugares de recreación y esparcimiento, iglesias, centros comerciales, teatros, universidades y asiento de todos los poderes públicos; en una palabra el núcleo para la toma de las más trascendentes decisiones en materia gubernamental. Una ciudad que lo tiene todo para ser considerada entre las principales urbes del mundo. Ubicada en un valle, tiene una posición privilegiada en el mapa político venezolano.

Con todo este panorama, Venezuela era considerada un destino turístico por excelencia para muchos países, hoy hemos perdido gran parte de todo ese potencial, por una parte debido a las malas políticas gubernamentales y la situación económica de la nación y por otra a causa de la pandemia, que ha sido un factor para perder ese potencial turístico que podemos ofrecer a los visitantes.

Hoy miramos con tristeza el descenso del turismo en nuestro país, vemos apagar esa luz que tanto costó encender para convertirnos en un destino turístico con grandes oportunidades.  Los atractivos naturales se mantienen, solo hay que pensar en grande, volver a empezar, de ser necesario, para posicionar a Venezuela entre los grandes del turismo. Podemos lograrlo, pero es un trabajo de equipo, de unidad, de dejar de lado colores políticos y pensar en la Venezuela Turística que queremos compartir, para ir al encuentro del verdadero paraíso.

Por Perla Lara

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