Mientras el país se preparaba para terminar el primer lunes de julio, en las cabeceras del río Manzanares se gestaba el inicio de una de las mayores tragedias registradas en el estado Sucre. Cuando las manijas del reloj marcaron las 10:00 P.M, las gotas de lluvia anunciaron la llegada de un torrencial que cambiaría la vida de toda una localidad.
“Seguro se mete el río”, bromeó uno de los vecinos de Las Trincheras, en la parroquia San Lorenzo, del municipio Montes. Él, como el resto de los habitantes, no esperaba tal catástrofe natural. En horas que se hicieron eternas, la que en algún momento fue una colorida comunidad, se sumió en un torbellino de angustia, incertidumbre y oscuridad.
A medianoche, violentas ráfagas de viento estremecieron a los pobladores, alertando la posible venida del principal afluente de la región. En este escenario, los techos y partes altas de las montañas se convirtieron en el refugio de muchos, punto clave que salvó la vida de cientos de montesinos.
Cual presagio místico, el Manzanares se desató con toda su furia durante la madrugada del martes, 2 de julio, arrasando todo a su paso. El paso del caudal que, alguna vez fue apacible, se esparció como una pólvora letal, dejando sin nada a los habitantes.
La corriente bravía destruyó viviendas enteras. La lluvia no cedió, como tampoco lo hizo el serpenteante sonido del agua golpeando a Las Trincheras, afianzándose como una tortuosa tonada para los residentes.
En cuestión de segundos, años de esfuerzo quedaron reducidos en escombros. De un aproximado de 90 casas, sólo quedaron de pie seis de ellas.
Para los vecinos, cada lluvia será un recuerdo de una de sus noches más oscuras, una marcada por la devastación, la pérdida y el temor persistente. Pero, también, será una oportunidad para reafirmar que Dios les dio la dicha de continuar con vida.
“Tengan fe, todo se va a solucionar (…) lo material lo conseguimos más adelante”, afirmó Freddy Campos, uno de los afectados.
Una conexión perdida
Producto de esta tragedia, uno de los puentes de la localidad colapsó completamente, anulando la estructura que conectaba a Las Trincheras con las comunidades de Manzanares y Las Lomas.
El intenso caudal del rio arrastró la plataforma, por esta razón, los ciudadanos se han visto forzados a cruzar el arroyo a través de los troncos que quedaron en medio del antiguo paso.
Lo anterior, con propósito de llegar a la capital del municipio, Cumanacoa, y obtener los insumos necesarios para sobrevivir.
El porqué de la tragedia
De acuerdo con especialistas del Observatorio Meteorológico de Cumaná, las nacientes del río Manzanares se encuentran en los más alto del cerro Turimiquire, el cual divide vertientes entre Sucre y Monagas. A aproximadamente unos 2.200 metros sobre el nivel mar (msnm), están las cabeceras de afluente sucrense y otros caudales.
Con el paso del Huracán Beryl por la región del oriente, las intensas lluvias ocasionaron que el río se desbordara, descendiendo bruscamente entre los cerros que lo rodean.
A más de una decena de kilómetros de distancia comienzan las comunidades de Las Trincheras, La Fragua y La Peña. Dada la potencia de la corriente y la proximidad de estos sectores con el torrente, sufrieron el nivel más severo de devastación.
Por esta razón, a medida que el curso del agua se expandió por la amplitud de Cumanacoa, disminuyó un poco la presión del flujo, pero, de igual forma, golpeó con fuerza el resto de las zonas.